Con gran emoción habíamos estado esperando la llegada de Jaime Izquierdo Vallina, actualmente Comisionado para el Reto Demográfico del Gobierno de Asturias, a quien habíamos invitado hacía meses y esta era la fecha fijada para disfrutar de su compañía y de su sabiduría. Sabiduría centrada en el medio rural y en la conservación de la naturaleza a través del desarrollo de la cultura rural y campesina que ha defendido durante años.
Habíamos decidido hacer un proceso de reflexión sobre nuestro paisaje y la conservación de nuestros valores ambientales precisamente a partir de la lectura de uno de sus mejores libros sobre el tema: “La Conservación Cultural de la Naturaleza”, y este era el día que él iba a resumir sus conceptos para comenzar el trabajo. Con gran pena, un día antes nos ha avisado que ha fallecido inesperadamente un hermano y no se siente con ánimo para viajar. Lo comprendimos, nos apenamos y le transmitimos nuestro más sentido pésame.
A partir de ese momento contactamos con amigos del proyecto de La Casa del Bosque que pudieran suplir su ausencia y tenemos la enorme suerte de que Carlos Fontales, cestero, docente e investigador sobre cestería, a quien queremos atraer a Acedo para continuar el trabajo de recuperación de Dérula, pueda venir con un solo día de antelación.
Carlos nos ofrece una conferencia magnífica, tanto en discurso como en imágenes, y además nos descubre una de las tradiciones y oficios más esenciales de la cultura rural, que está ahora perdido en nuestra zona, pero que antaño formaba parte de las actividades que relacionaban a los habitantes de los pueblos con la Naturaleza, a través del trenzado de fibras vegetales para fabricar multitud de elementos necesarios para la vida cotidiana: cestos, sombreros, bolsos, esteras, reteles, adornos…
De todo lo que comentó, una frase nos llamó especialmente la atención: «cuando se vendió el primer cesto, se murió la cestería», expresando que en el momento en que una actividad cotidiana deja de serlo, para convertirse en un oficio del que obtener dinero, el oficio se concentra en unos pocos artesanos que lo mantienen para subsistir (a duras penas porque la competencia con la industria es desfavorable), y se va debilitando hasta correr el riesgo de desaparecer.
Entendimos que, un oficio que depende de lo que ofrece la tierra, en este caso los materiales vegetales, esté en peligro de extinción, afecta al equilibrio del ecosistema. Que en Navarra haya desaparecido prácticamente el esparto es una prueba más de que hombre, mujer y naturaleza están vinculados.
La conferencia de Carlos en Acedo, se puede ver a través de su blog, en este enlace.
Nos acompañó además Isabel Elizande, anterior Consejera de Desarrollo Rural, Medio Ambiente y Ordenación del Territorio del Gobierno de Navarra, quien ahora, desde su participación en la Sociedad Eusko Ikaskuntza trabaja por el desarrollo sostenible del territorio y es compañera de Jaime Izquierdo en varios proyectos, entre ellos, el de creación de una Red Europea de Pueblos Pequeños, en la que compartir experiencias y desarrollar proyectos comunes que puedan repercutir en la dinamización y revitalización de áreas rurales dispersas como nuestra zona.
Tras la conferencia de Carlos, la presentación de Isabel y la de nuestra asociación para explicar el proyecto que este año nos va a subvencionar la Dirección General de Medio Ambiente del Gobierno de Navarra (incluyendo esta y otras actividades), realizamos una visita a La Casa del Bosque con los numerosos asistentes venidos de la zona y también de más lejos (Álava, Guipúzcoa, Comarca de Pamplona, Ribera de Navarra). Además, recorrimos también el itinerario interpretativo que constituye el camino desde el Centro Cultural hasta el bosque de Acedo, y que permite conocer y apreciar lo más esencial de nuestra cultura rural (abrevadero, lavadero, huertas y tapias de piedra seca) y de nuestro proyecto de educación ambiental y cuidado del territorio (Casa del Bosque, oasis de mariposas, Dérula -atalaya al paisaje-) acabando en la bonita choza que nuestro compañero Juanjo ha construido con ramas de boj, para que se refugien y jueguen los más pequeños.
Carlos Fontales se marcha satisfecho, igual que nosotros, de haber compartido conocimientos y experiencia. Estamos seguros de que este ha sido el comienzo de una bonita amistad que traerá frutos a esta zona.
Muchas gracias Carlos. Gracias también a Isabel y a Jaime, que de haber podido, sin duda hubiera venido a conocernos este verano.
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